lunes, 7 de agosto de 2017

7 de agosto de 1819: La verdadera independencia


Por: Alexander Ferms.

El día de la gran victoria y la verdadera independencia esperarían por un encuentro militar de suma importancia en el puente de Boyacá el 7 de agosto de 1819, donde un ejército de valientes campesinos, criollos, mestizos, mulatos, zambos, negros e indígenas armados de gran y heroico valor, con el apoyo y experiencia militar de los legionarios británicos al servicio de la subversión patriótica y bajo el mando de nuestro Libertador Simón Bolívar, tomaron las armas enfrentando a un ejército realista experimentado con un poderoso armamento y un número considerable de efectivos que superaban ampliamente por cientos a los grandes héroes revolucionarios de la época, quienes hicieron posible el sueño de la libertad, de la expulsión total y definitiva de los tiranos invasores españoles, que durante su permanencia de más de tres siglos como imperio en el territorio, saquearon las riquezas, expropiaron, asesinaron, esclavizaron, torturaron y exterminaron a millones de nativos en lo que hoy conocemos como “Colombia”, así como a lo largo y ancho de todo el territorio americano, sumando en más de 100 millones las victimas del más grande genocidio que se haya conocido en la historia de la humanidad.

Rostro digitalizado de Bolívar en Venezuela 2012

Esta batalla fue en sí misma, una Declaratoria de Independencia abierta, clara y contundente, una manifestación directa del pueblo americano de la Nueva Granada en un rechazo tajante a la Corona y un acto de separación total y definitiva de España, quienes tuvieron que aceptar la aplastante derrota y dimitir en sus intenciones de seguir dominando y controlando directamente el territorio americano.

Es importante resaltar que en el momento más importante de la historia de la nación neogranadina de Colombia, el 7 de agosto de 1819, los campesinos, criollos, mestizos, mulatos, zambos, negros, indígenas, jóvenes y niños del pueblo fueron quienes asumieron esta gran responsabilidad histórica, no fueron las nacientes familias oligarcas ni comerciantes reconocidos o señores de la alta clase criolla que participaron directamente de esta importante batalla, fue el pueblo campesino y nativo, que no tenía experiencia en guerra, pero que compensaban su esfuerzo con un gran deseo de libertad, coraje y empuje, apoyados en la jerarquía, el valor y la moral británica de estos gigantes veteranos de las guerras napoléonicas, reuniendo la fuerza y la valentía necesaria para vencer a los españoles, quienes con una diferencia notable en armas y en número, en un aproximado de más de tres mil novecientos soldados realistas, quedaron perplejos al presenciar tal acto de valor y de coraje campesino, donde no tuvieron más remedio que huir finalmente como cobardes ante la actitud bravía del pueblo americano, quienes avanzaron con determinación y sed de libertad, para morir o vencer, en un momento sin precedentes en la historia americana.

Un día como hoy debe recordarse con honor y reconocimiento a los valientes soldados insurgentes patriotas, que nos han regalado uno de los bienes más preciados: la libertad. Honor y gloria a esos campesinos, criollos, mestizos, mulatos, zambos, negros, indígenas, jóvenes, niños y valientes extranjeros británicos que dieron su vida por el nacimiento de una patria libre y abrieron el camino hacia la Patria Grande, haciendo su entrada triunfal con la representación del Libertador Simón Bolívar en Santa Fe el 10 de agosto de 1819, siendo recibidos con las notas del auténtico himno nacional: La Marcha Libertadora.

Hoy celebramos con júbilo, entre las notas de la Marcha Libertadora, el nacimiento de la nación neogranadina, el día de la verdadera independencia, el día en que nuestro Libertador Simón Bolívar acudió a la cita con la historia para expulsar al tirano y sellar el acto definitivo: a partir del 7 de agosto somos un territorio libre y rechazamos cualquier tipo de autoridad que no sea emanada de nosotros mismos, ese fue el mensaje y la acción efectuada.

En nuestro tiempo, hay que volver a rememorar los hechos que dieron origen a nuestra libertad y dar el lugar histórico a quienes lo merecen, es tiempo de no seguir con el juego de las clases oligarcas colombianas, quienes intentan borrar de la historia e invisibilizar a nuestros próceres, de demeritar la participación de nuestros campesinos y del pueblo indígena, mulato, mestizo, negro, zambo y criollo quienes hicieron parte de la independencia, es hora de revivir nuestros verdaderos símbolos y traerlos de vuelta, de rescatar nuestros antepasados heroicos, nuestra ascendencia y hacerlos respetar, es tiempo de ponernos serios con quienes tomaron el control de esta nación haciendo las veces de nueva monarquía para hacerse con el mando y devolverle poderes a España, y negociando nuestros recursos y futuro recientemente a Estados Unidos.

Ahora nuestros verdugos no son directamente los integrantes de la Corona Española, son aquellos que han traicionado la voluntad de integración y libertad, aquellos que representados en las familias tradicionales han vendido nuestro futuro a otros imperios, a otros intereses distintos a los de una nación libre, autónoma y soberana, apoyados por sus indolentes servidores, así como los millones de indiferentes que no hacen nada por conocer su historia y conmemorar el legado de Bolívar, se conforman con lo poco que ven u oyen en los medios de desinformación, con lo mínimo que ganan y con el hecho de poder sobrevivir, así sea de manera miserable.

Debemos recordar, que quienes pelearon en la batalla de Boyacá son nuestros antecesores, y hay que honrar su memoria de la mejor forma: con valor, coraje y dignidad, así como ellos lo hicieron al enfrentar a los realistas, siempre pensando en un futuro mejor, no tenían nada que perder, mucho por ganar, vencer para ser libre o morir para no ser esclavo, hoy tenemos el mismo dilema pero en otras dimensiones, con otras proporciones y a otra escala. Hoy nuestros enemigos no son los mismos de hace más de 300 años, hoy debemos discernir entre lo que es real y lo que no, lo que es verdad y lo que es mentira, es hora de abrir los ojos, la mente y el corazón, ver la realidad, nuestra propia realidad, nuestros propios problemas, porque NO SOMOS LA TIERRA DE COLÓN, debemos analizar con detenimiento el esfuerzo que actualmente millones de hermanos realizan al defender su historia, sus raíces, su libertad, porque una vez más el Bravo Pueblo es ejemplo para todos nosotros, tras recuperar un gran legado de integración, que es nuestro también. No olvidemos quien es nuestro Libertador y quienes nos vinieron a apoyar, no olviden de dónde vinieron y cuál es su nacionalidad, ellos hicieron posible el nacimiento de una patria, el sueño de una Patria Grande y de una gran nación para todos nosotros sin excepción en el continente americano. Somos una gran nación y debemos pensar como tal, porque la Patria Grande está más viva que nunca y en cada hermano hijo de Bolívar nunca ha dejado de existir.

Honor y gloria a nuestro gran Libertador Simón Bolívar, a los mandos militares patriotas, Generales Francisco de Paula Santander, José Antonio Anzoátegui y Carlos Soublette, Coroneles Juan José Rondón, Joaquín París Ricaurte y Antonio Obando, Capitán Andrés Ibarra, Guía José María Ruiz, soldados Pedro Pascasio Martínez, Negro José, fray Ignacio Díaz y todos los demás heroicos soldados criollos, mestizos, mulatos, zambos, negros e indígenas patriotas no reconocidos, a los legionarios británicos Coroneles J. Rooke, Meceroni, G. McCaustland, W.A. Ferms, D.F. O’Leary y los demás héroes que los historiadores de las familias oligarcas colombianas han invisibilizado durante todo este tiempo.

Atentamente, su Constituyente Andino Alexander Ferms, hijo de la Patria Grande y orgullosamente descendiente legionario británico de la independencia.