sábado, 4 de marzo de 2023

El proceso de desestabilizacion politica en la nacion neogranadina de Colombia

 Por: Alexander Ferms

Desde el momento de la elección de Gustavo Petro como Presidente de la nación neogranadina de Colombia, se iniciaron oficialmente los ataques políticos y mediáticos contra el nuevo gobierno, por parte de los sectores que han ostentado el poder político desde hace 155 años y la reciente mafia dictatorial de los últimos 20 años.

La nación neogranadina de Colombia es un país que luego de 203 años de independencia militar, no ha podido consolidarse, primero por las constantes pugnas de poder entre las oligarquías, tanto tradicionales como emergentes, y los nuevos actores representados en las mafias y los políticos corruptos. Bajo este escenario, el primer gobierno de transición democrática está recibiendo ataques desde todos los frentes, primero con el objetivo de desprestigiarlo ante la opinión pública, luego crear una atmosfera de crisis institucional o democrática y después argumentar ingobernabilidad y falta de cohesión política para generar el caos y finalmente buscar por los medios civiles o militares el derrocamiento del gobierno.


El proceso de desestabilización tiene varias etapas y frentes de ataque, por un lado los medios prepago aliados de las mafias, por otro lado los empresarios corruptos y evasores de impuestos, luego las familias oligarcas emergentes y tradicionales, después los políticos corruptos y neoliberales y finalmente, las mafias colombianas unidas a la fuerza publica corrupta.

Las etapas para la desestabilización dependen de los procesos políticos que el gobierno tenga en su agenda como prioridad y que afecten los intereses de los grupos mencionados anteriormente. Cada vez que surge una reforma política a un tema de interés nacional que presenta graves problemas, entra en acción la reacción por parte de la nueva oposición, que antes era dictadura y gobierno fallido al tiempo. 

Las primeras etapas o fases surtieron su primer proceso desde el contexto político, durante las elecciones de congreso de 2022, cuando se tuvo la oportunidad de hacer un relevo institucional y que no pudo completarse a cabalidad, apenas si tuvo para sostener una gobernabilidad medianamente estable, pero amorfa e impredecible, sin embargo, queda una sensación de empate técnico con la nueva oposición, que igual quedó con una representación importante en el congreso.

Al mismo tiempo, en un contexto de herencia de resultados dictatoriales, sobre todo de los últimos 20 años, el gobierno de Petro recibe un país quebrado, destruido económica, política y socialmente, sin reservas internacionales de oro, con la moneda local por el piso y un dólar volátil y por las nubes, deudas impagables, corrupción de todas las especies e inmensos huecos fiscales que sólo un milagro económico podrá llenar.

Las etapas intermedias para la desestabilización son las movilizaciones sociales sin sentido, que son realizadas por extremistas radicales de ultra derecha y neonazis colombianos, sólo para entorpecer el normal desarrollo de las reformas, para intentar evitar a toda costa que los cambios que tanto requiere el país se hagan, luego, para completar el proceso de desestabilización, hay dos actores que cumplen con este cometido, primero los politiqueros y oportunistas que sólo buscan beneficiarse a través de la imagen del presidente y su gobierno, son personajes que no dejan avanzar los procesos de transición democrática y no dejan avanzar al país, estos se hacen llamar progresistas pero en realidad son manzanillos y lagartos politiqueros; ahora, un segundo y no menos importante actor es la clase política tradicional unida con las mafias políticas corruptas y politiqueras y miembros de la fuerza publica, que simplemente no soportan la idea de no tener el poder de gobierno, de estar por fuera de la torta burocrática y de no poder seguir con sus negocios ilegales y corruptos.

Estos últimos actores son peligrosos, pero en una franca competencia con los primeros, están casi iguales en maldad y métodos sucios de disuasión política, sin embargo, las estrategias de desestabilización electoral, están al orden del día, y es que si el presidente Petro, no se amarra bien los pantalones y se pone serio con este tema, estaremos completando una fase avanzada del proceso de desestabilización, que consiste en que no se logre una representación importante del proyecto progresista en los niveles local y regional, es decir, si no se logran ediles, concejales, alcaldes, diputados y gobernadores amigos del gobierno, el proyecto nacional se vera seriamente afectado y retrasado, y estaremos bajo una etapa final de desestabilización para el golpe de Estado.

Todo lo anterior, aunado con un bombardeo constante de desinformación y mentiras por los medios de comunicación privados, que crean una mala imagen del gobierno ante la opinión publica, además de una sensación de ingobernabilidad y de que no hubo ningún cambio, esto, sumado a la inoperancia presentada por los medios oficiales de gobierno en transmitir e informar, cuales son las gestiones que se están adelantando para resolver tantos problemas juntos.

En resumen, el éxito o fracaso del proceso de desestabilización política depende de qué tanta determinación tenga el presidente Petro de ponerle freno real a los corruptos y lograr consolidar su proyecto de gobierno desde las regiones, no con consensos amañados o inestables dentro del Pacto Histórico o Frente Amplio, que den cabida a sectores políticos tradicionales o politiqueros, sólo porque se tiene la concepción errada de que sin ellos no ganamos, sino, de saber, con cuantas opciones de calidad contamos, si realmente podemos convocar gente que de verdad pueda asumir el reto de transformar el país desde las regiones, es cierto que habrán muchos problemas de gobernabilidad y esto se prestará para deslegitimar al gobierno nacional, pero en la actualidad, los tiempos han cambiado y no quien tenga mas dinero o mejores aliados políticos o padrinos es quien pueda tener la primera opción de lograr una representación política, es quienes demuestren con resultados que pueden llegar a administrar bien una ciudad o un departamento, ahí sabremos si efectivamente podremos ver el fracaso del proceso de desestabilización política en la nación neogranadina de Colombia.