jueves, 20 de agosto de 2020

La falsa izquierda en la nación neogranadina de Colombia

 Por: Alexander Ferms

Desde 1867 cuando se inició el desastre nacional y luego se consolidó en 1886 con la constitución retrógrada, se institucionaliza el fallido proyecto conservador y sumiso, que frustró el proyecto progresista más importante del hemisferio: la potencia federal suramericana, que fue nuestra, estuvo en nuestro territorio y que no supo ser interpretada por los líderes de la época, excepto por Tomás Cipriano de Mosquera, quien sí luchó por ella hasta el final.

Este prospecto de potencia suramericana moderna tuvo tres nombres distintos: República de la Nueva Granada, Confederación Granadina y Estados Unidos de Colombia (hasta 1867).

Luego de este proyecto progresista, inicia el descalabro histórico, con la seguidilla de gobiernos fallidos, comenzando por el terrorista de la época Santos Acosta, quien dirigió el golpe de Estado contra Mosquera, frenando el proceso integrador y de generación de intercambio comercial y producción industrial que se estaba programando con la construcción de ferrocarriles y la modernización del país, para comenzar a competir con los vecinos de la región, y, poder ver de cerca y con pies de plomo a Estados Unidos, algo que no pudo suceder, gracias a la corta visión y posición entreguista conservadora.

Rafael Núñez, quien fue el artífice de la traición al proyecto liberal progresista radical, recibió finalmente su premio en 1880 con la presidencia, pero no contento con esto, apoyó en su segunda presidencia en 1886, la construcción de una de las constituciones más nefastas que haya tenido el país, sino es la más nefasta de todas las cartas políticas en la historia nacional, y lo peor, que tuvo duración hasta 1991.

Fueron años desastrosos para el país, la mal llamada “Regeneración” se convirtió décadas después en la “degeneración nacional”, por todo lo que no tuvo que suceder, la pérdida de territorio, de soberanía y autonomía, un entreguismo total a la naciente potencia del norte: EEUU, donde no podemos olvidar, las desastrosas palabras del mal llamado presidente Marco Fidel Suárez, quien calificó a Estados Unidos como la “Estrella Polar”, que todos “supuestamente” debían seguir. Un momento muy desafortunado para lo que algún día se visionó, y que fue desechado por unos cuantos miopes políticos y militares, que han llevado a todo un país a soportar quizá, el periodo más oscuro de su propia historia.

Hasta ahora, nadie pensará que este editorial, tenga algo que ver con la falsa izquierda, pero, ¿porqué debemos citar este pasaje histórico?, es muy simple, la falsa izquierda ya existía desde esa época, leer y analizar la historia del desastre nacional a partir de 1867 es leer los inicios modernos de los falsos patriotas, de los falsos nacionalistas, del falso progresismo, en resumen, de la falsa izquierda contemporánea.

 

Ese proyecto de nación potencia, bolivariana por demás, y que defendió hasta el final Mosquera, en su derrocamiento en 1867, es el mismo que hoy, los liberales progresistas, seguimos defendiendo desde la modernidad, con todo y la resistencia que genera en los sectores más rancios y putrefactos de nuestra sociedad.

Todo lo que vivimos en la actualidad tiene un porqué, y son los inicios de la traición al proyecto moderno que buscaba construir una nación de verdad, una que respondiera por sus ciudadanos y velara por sus derechos, que se posicionara como una potencia regional y que no tuviera que ceder ante las presiones externas, sino, imponer condiciones y proteger a su gente.

Ahora, ¿qué tiene que ver todo esto con la falsa izquierda en la nación neogranadina de Colombia? Muy sencillo, la falsa izquierda surge de aquellos que posaron de progresistas, de patriotas y nacionalistas, desde esa época de la historia, de aquellos que se fueron acomodando según su conveniencia, caso Rafael Núñez, quien dio una voltereta histórica, de ser liberal radical a pasar ser un conservador rancio, y no es porque el término “izquierda” existiera en ese instante, se hablaba de comunismo hasta que la Iglesia Católica se inventó el cuento de la Diestra de Dios Padre, de que todo lo que estaba a ese lado era bueno, y lo que estaba al otro lado era malo, obviamente ellos estaban a la Diestra; sin embargo, muchos de los que se han mostrado en algún momento como comunistas, socialistas o recientemente izquierdistas, no lo han sido, porque su forma de actuar y proceder configura posteriormente el proceso de acomodo político, que termina normalmente en traición.

Y todo esto se da es porque los años siguientes fueron demostrando que el proyecto político que se oficializó luego de la constitución de 1886, fue un rotundo fracaso, el liberalismo no tuvo un exponente real, sólo hasta cuando apareció en escena Jorge Eliécer Gaitán, quien pudo haber dado un rumbo diferente a este país, pero que no contó con una base fuerte, que respaldara su proyecto político progresista, que diera el verdadero lugar al ciudadano, que diera dignidad y un nombre honorable y respetable a todo un país.

Luego de todo esto, la oligarquía rancia, tuvo que admitir que Laureano Gómez, se convirtió en un peligro para el país, y fue allí donde pusieron a un militar como presidente, este es el caso de Gustavo Rojas Pinilla en 1953, quien realmente no quería ser presidente, no le interesaba, no era su objetivo, pero, la oligarquía insistió, a falta de un líder liberal o conservador que la gente siguiera, o por lo menos respetara, optaron por convencer y casi obligar al general del ejército, quien no tenía la más mínima intención ni de ser el jefe de Estado ni mucho menos el jefe de Gobierno.

Ese militar, que luego esas mismas oligarquías tacharon de “dictador”, fue el que luego de algo más de 90 años después del terrible oscurantismo nacional, hizo algo realmente útil por el país, obras que los oligarcas rancios no hicieron, como por ejemplo, la creación del SENA, centro público y gratuito de formación técnica más grande del país, la creación de los bancos públicos: el banco ganadero y el banco cafetero, veló por los derechos Indígenas y su integración al Estado, reconoció los derechos políticos de la mujer, construyó numerosas escuelas y universidades, trajo la televisión al país, inició y propició la amnistía para los guerrilleros alzados en armas, numerosas obras de infraestructura como el ferrocarril del Atlántico, la nueva refinería de Barrancabermeja, carreteras, acueductos, aeropuertos y centrales hidroeléctricas, realizó la automatización de la telefonía urbana y rural para el fortalecimiento de las comunicaciones y el impulso de la educación y la cultura, entre otras muchas cosas que se nos escapan aquí; todas estas acciones, fueron un desafío para la oligarquía, quien no tuvo reparos en utilizar a los estudiantes para movilizarlos en su contra, con un falso concepto de la izquierda.

Rojas Pinilla defendió la doctrina bolivariana, lo hizo con hechos, pero la oligarquía cerro filas para sacarlo del poder, porque lograron identificar y aprovechar a su favor a los falsos nacionalistas y los falsos liberales, en otras palabras, a los falsos progresistas.

Ahora, ya hablando de los términos modernos, la falsa izquierda, ha estado siempre, vendiéndose, como Núñez, y como otros tantos que fueron surgiendo en el liberalismo o el conservatismo progresista, todos ellos han contribuido a que el país no avance, no prospere y no enderece su rumbo.

Es por ello, que las épocas nos han mostrado la evolución de los falsos, de los tibios, de los que dicen hoy “si” y mañana dicen “no” y al otro día no se acuerdan o cambian de tema, de esos que surgieron en una causa beligerante en los llanos orientales y que luego se vendieron al sistema de gobierno fallido, otros que después de ver los procesos extranjeros, se matricularon en una ideología diferente y terminaron por ser más reaccionarios que los originales, y, los más peligrosos, los que dicen ser alternativos, se infiltran en los procesos, salen a las marchas y vociferan contra el sistema y el gobierno fallido, se cobijan bajo una organización y luego destruyen el trabajo alternativo, ponen la talanquera a quienes si tienen una visión social y luego venden el trabajo político por unas monedas, es decir, por un cargo pequeño o insignificante o un contrato, eso sí, siguen siendo “muy alternativos”.

Esos falsos izquierdistas son inclusive, aquellos que asisten a muchas marchas, van y ondean las banderas del progresismo, del movimiento alternativo, se pueden encontrar allí, metidos en medio de la protesta social, en medio de la muchedumbre, buscando ser entrevistados por un medio de comunicación masivo, para que sus figuras resalten, buscando finalmente un protagonismo individual, un like en un sitio de Facebook o un seguidor en una de sus cuentas de redes sociales, sólo por quedar en la foto, por salir en un periódico, en la televisión, sólo por llamar la atención, y buscar lo suyo: algo pequeño e insignificante, a cambio de dañar todo un proceso, luego, cuando se les confronta, se les dice las verdades y después se les pregunta: ¿cuál es tu trabajo? ¿qué has hecho por los demás? ¿Cuáles son tus resultados? Sus respuestas son variadas, pero con la misma intencionalidad, que quién pregunta es un agente del gobierno fallido o que es un burgués o cualquier otra tontería, lo que si es cierto es que hay muchos infiltrados de la fuerza publica que no les importa su gente, ni siquiera teniendo a su propia familia protestando por un derecho que debería ser su derecho.

Los falsos izquierdistas los hay por montones, y son aquellos que dicen ser y no hacen nada por mejorar algo, por intentar cambiar una situación, ni siquiera por trabajar para sí mismos, que buscan pescar en rio revuelto a ver que consiguen, esos son los que dañan procesos, dañan reputaciones y dañan la imagen de todo un movimiento.

Yo digo, sinceramente, que, son muy peligrosos, todos estos que intentan figurar, de cualquier manera, que dicen hablar duro o supuestamente hablan duro por redes y vociferan en las protestas, que los que posan tibiamente de nacionalistas, progresistas o alternativos, que no dejan de ser peligrosos y se diferencian de quienes ya se sabe cuál es su posición dentro del espectro político, de estos ya por lo menos se conoce que se puede esperar, de los falsos nunca se sabe.

Finalmente, un falso izquierdista nunca te va a decir que ha hecho, porque no tiene nada que mostrar, simplemente porque no ha hecho nada, no ha aportado nada, es un fanfarrón que sólo se va a excusar diciendo que no lo han dejado hacer.

viernes, 7 de agosto de 2020

7 de agosto: Día de la Independencia y tributo a los patriotas

Por: Alexander Ferms

El 7 de agosto de 1819 se dió la independencia de la Nueva Granada de la Corona Española, un acto militar contundente en la Batalla de Boyacá, que trajo consigo la rendición del principal contigente del Ejército Realista, y que dió el paso trascendental de negación de la autoridad militar española sobre estos territorios, el desconocimiento de la autoridad de la Corona y la separación definitiva de este territorio de la península.

Es, en esta fecha, donde se debe celebrar la verdadero proceso de independencia, porque fue gracias al Libertador Simón Bolívar, a los campesinos, indígenas, negros, mulatos, sacerdotes franciscanos, venezolanos entre otros importantes actores patriotas, con el apoyo militar de la Legión Británica, compuesta por militares veteranos ingleses, irlandeses, escoceses y alemanes, que el inexperto y poco dotado ejército patriota, logró sacar valor para combatir y hacer realidad ese sueño de libertad y de construir una nación propia.

Esos patriotas, que lo dieron todo durante la batalla, han sido olvidados y poco reconocidos, ocultados por la sombra de la naciente oligarquía criolla, a la cual se le sigue haciendo publicidad, después de 201 años de auténtica independencia, ocultando, de manera injusta a los verdaderos héroes de la patria, que hoy posan en el anonimato.

El proceso de independencia NO inicia en 1810, inicia en 1819, con la derrota militar del Ejército Realista, esto como primer elemento importante, segundo, el 7 de agosto de 1819 debe ser reconocido como el Día de la Independencia, porque no hubo un proceso real en años anteriores, no hubo acta de independencia ni tampoco un desconocimiento abierto y total hacia la Corona Española, lo cual quiere decir que el país no era independiente, no era libre ni mucho menos soberano.

Por otro lado, es mi obligación, como descendiente patriota por partida doble, de parte del Coronel legionario británico W.A. Ferms y el General y cuatro veces Presidente Tomás Cipriano de Mosquera; el primero, quien estuvo presente en combate en la Batalla de Boyacá y la Batalla del Pantano de Vargas, fue uno de los lugartenientes del Libertador Bolívar; y el segundo, quién no sólo estuvo en combate contra los reductos realistas, sino que además fue el secretario del Libertador y ha sido catalogado como el último patriota, quien sostuvo el proyecto bolivariano para la unificación de los territorios, la libertad de los esclavos y la construcción de un verdadero estado-nación potencia en América, que basado en una estructura federal, moderna y poderosa, pudiera llegar a un nivel similar de importancia que el de EEUU en el continente.

Es un gran honor y a la vez una inmensa responsabilidad, como Constituyente Andino, hacer esta difícil tarea de reeducar, de hacer una labor de claridad histórica, para que no sigamos celebrando fechas que no son, para dar el crédito a quién realmente corresponde, para conocer la historia y no repetirla, porque la historia y el destino se escriben y se construyen día a día, depende de nosotros conocer la objetividad de la historia y no seguir cometiendo los mismos errores.

Un día como hoy debemos celebrar y rendir tributo a nuestros patriotas, desde los más renombrados hasta los más humildes, porque ellos son quiénes han comenzado a escribir y construir la historia de este país, es por ello, que en señal de protesta por la falta de símbolos patrios propios, enarbolamos nuestra bandera de guerra familiar, que fue uno de los estandartes de la Legión Británica en combate, y no reconocemos la bandera oligárquica, que nos han impuesto desde hace dos siglos y que no representan los valores nacionales ni del territorio.

Bandera de Guerra Ferms: Legión Británica

Este tributo no es sólo para el Coronel W.A. Ferms de la Legión Británica y el General Tomás Cipriano de Mosquera, es para todos aquellos patriotas que por no tener un apellido o un título nobiliario, han sido invisibilizados, y hasta desconocidos, ellos, los patriotas anónimos que nadie recuerda, que no fueron exaltados en las escuelas y colegios que no han sido reconocidos por su participación en las Batallas de Boyacá y del Pantano de Vargas, aquellos indígenas, campesinos, negros y hasta sacerdotes franciscanos, que con poca experiencia en combate y mucho coraje, perdieron el miedo a morir y buscaron su libertad. Para todos ellos, es nuestro humilde homenaje.

Los descendientes patriotas, alzamos nuestra voz y comenzamos a reescribir la historia, porque es nuestro deber y nuestro derecho histórico. Viva el Día de la Independencia! 7 de agosto de 1819.

La Dictadura disfrazada de democracia: Caso Colombia

Por: Alexander Ferms

Definir un significado adecuado para la palabra 'democracia' en un país como la nación neogranadina de Colombia no es fácil, porque su esencia funciona al mejor estilo maquiavélico, es decir, un concepto acomodado según conveniencia política, social, económica o cultural, muy a pesar de que la situación social y política dista enormemente de la definición genérica, lo que importa en realidad es el fin, no importa cómo se logre y qué métodos se utilicen.
 
 
Para nadie es un secreto que vivimos en una cosa muy distinta a lo que debería ser una aproximación de la palabra democracia, pues aunque se surten algunos procedimientos legales, o mejor, -legalizados como meros formalismos-, entonces decimos que efectivamente si estamos en una democracia, o por lo menos eso es lo que la mayoría de las personas creen gracias a los medios de información oficiales y privados. 
La realidad es que no vivimos en un país democrático, comenzando porque ha sobrevivido durante más de cien años en una situación fallida, gobierno tras gobierno, sin dar solución a los problemas reales y sin tener un manto efectivo de gobernabilidad, siendo los últimos 20 años, los más críticos, con una situación de ingobernabilidad, ilegitimidad e ilegalidad que han transpasado los límites de la democracia, llegando a establecerse una dictadura civil y mafiosa.
 
La democracia colombiana ha fluctuado entre intereses económicos y políticos, no por la representación efectiva del constituyente primario, o el interés general que debería primar por encima de cualquier otra cosa, sino por la mera conveniencia de los pseudo-gobernantes de turno y los grupos económicos, que ahora tienen un nuevo actor: las familias emergentes del narcotráfico.

Una democracia, en la cual no se concibe la legítima oposición, se asesinan y silencian sistemáticamente a líderes sociales, comunales e indígenas con la complicidad de la fuerza pública y la mano negra de sus ejércitos irregulares, se permite la corrupción de la justicia, se dictan leyes que no representan a la ciudadanía, se permite acabar con los derechos fundamentales, se financia la corrupción, se hacen concesiones de territorio y riquezas a extranjeros sin mayor cosa a cambio, se permite destruir el medio ambiente para beneficio particular, se imponen más impuestos, se atropella a la clase media y baja con el alza de precios y se impone a una persona que no posee las capacidades mínimas, ni las competencias suficientes ni los méritos básicos para ser un gobernante, situación en la cual este sistema no puede ser una democracia. 

Una democracia que impone por la fuerza un pseudo-gobierno, que impone unos servidores corruptos que con sus decisiones deterioran la calidad de vida de la ciudadanía, que impone una fuerza pública indolente y grupos terroristas que defiende los intereses particulares de un reducido grupo y de las inversiones extranjeras, y que finalmente sigue imponiendo una nación fallida no es una democracia, es una dictadura, que no tiene generales o militares al mando, sino que tiene a un inepto de civil sin criterio que recibe órdenes.

Una democracia donde los ciudadanos no cuentan como personas, donde sólo sirven para pagar impuestos, financiar la corrupción y servir de fichas legitimadoras por la fuerza no es una democracia, es una dictadura.

Entre 2018 y 2019 se presentaron cifras escalofriantes y hechos lamentables en materia de derechos humanos, con centenares de muertos, de los cuales no se saben los autores matetiales o intelectuales, así como incumplimientos sistemáticos en los acuerdos de paz.

El manto de ilegalidad e ingobernabilidad en la nación neogranadina de Colombia, ha llegado a tal punto, que ya se volvío costumbre, la gente ya no distingue entre legalidad e ilegalidad, legitimidad e ilegitimidad, en este país esos conceptos se volvieron sinónimos, porque las mismas instituciones son tan corruptas, que no aceptan procesos de transparencia, cada problema de corrupción tiene su propia solución, con otro acto de corrupción, que justifica al anterior.

Es por tanto que no podemos calificar a la nación neogranadina ni como democracia imperfecta ni irregular siquiera, su calificación es como narcodemocracia o en el peor escenario: una dictadura civil disfrazada de democracia.