domingo, 4 de febrero de 2018

El voto protesta, el camino del verdadero cambio.

Por: Alexander Ferms

Contrario a lo que los medios de comunicación o algunos personajes públicos dicen sobre el rumbo o el futuro del país, de lo que nos conviene o no a todos los ciudadanos, sobre quien pueda ocupar la presidencia en la nación neogranadina de Colombia, hay que saber que independiente de quien sea el nuevo presidente, este va a tener de frente una sociedad completamente destruida, sumida en una profunda crisis de múltiple nivel histórico, que viene acentuándose paulatinamente desde 1886 con el ascenso de Rafael Núñez a la Presidencia y la promulgación de la retrógrada Constitución Política centralista.

Para nadie es un secreto, que venimos gobernados desde hace poco más o menos 200 años por las familias tradicionales, llamadas también por Gaitán: ‘la oligarquía’, -y que no ha cambiado mucho hasta ahora-, esos personajes quienes inmediatamente luego del proceso independentista se autoatribuyeron el derecho de ser nuestros gobernantes y se han distribuido los recursos, el poder y el derecho de decidir por todos nosotros, sin que nadie se los impida.

Esas familias, quienes han gobernado siempre, son los responsables de lo que hoy es la nación neogranadina de Colombia, son responsables de los constantes conflictos bélicos en la historia del país, de la pérdida de soberanía, de respeto, de territorio (Panamá con EEUU, islas Monjes con Venezuela, mar con Nicaragua, Putumayo con Perú, territorio amazónico con Brasil y territorio con Ecuador), de obras y recursos naturales (canal de Panamá con EEUU, petróleo con multinacionales de EEUU, Canadá, UK, España, entre otros países), y además, son responsables de la profunda crisis que padecemos hoy, son responsables de la existencia de los actores armados que buscaron un cambio por medio de la fuerza desde hace más de 50 años.

No podemos negar la oportunidad única que tenemos de reconstruir al país, hoy, los actores que antes eran armados han tomado el camino de la reconciliación, la democracia y las vías no violentas, donde pactaron una salida negociada con el gobierno, ese mismo que sigue bajo control de las mismas familias que han gobernado por cerca de 200 años.

Es tiempo de castigar la mezquindad, de castigar la ineptitud, la falta de sentido de pertenencia y la histórica traición a la patria, hoy un ciudadano consciente debe ver que estas familias tradicionales no pueden seguir en el poder, no pueden seguir gobernando y deben pagar por sus crímenes de Estado, crímenes sociales y de sociedad.

En esta situación, cualquier candidato que represente a las familias tradicionales, que de una u otra manera sea representación del stablishment, que continúe con las mismas políticas nocivas para el territorio y para la población, independiente de su color político, su estilo, su apellido o sus intenciones, no puede ser el próximo presidente de la nación neogranadina de Colombia.

No podemos caer en el juego de creer que nos vamos a convertir en la copia de un país determinado o que nos vamos a volver comunistas o la estupidez de que seremos dominados por el inexistente ‘castrochavismo’ si elegimos a ciertos candidatos, por si no lo saben, nuestra situación es precaria, insostenible e impresentable, gracias al ‘santanderismo’, del cual nadie habla, somos un país inmensamente rico, pero paradójicamente somos el segundo país más desigual de América Latina y el sexto del mundo, -yo creería que somos el tercero más desigual del mundo-, las riquezas están concentradas en menos de 3000 personas que desde siempre, han tenido al gobierno trabajando para ellos, no para los 47 millones 997 mil, muchas de nuestras riquezas se van para el exterior, para los bolsillos de otros y en el país se quedan los problemas, la contaminación, los huecos y los desiertos, para el gobierno el resto no contamos como personas, sólo como números, al gobierno no le interesa que pasa con los ciudadanos, sus problemas y necesidades, el ciudadano cuenta en elecciones para que quienes gobiernan, se puedan legitimar o reelegir, para pagar altos impuestos, validar sus insólitas y nefastas leyes o para enlistarse en el ejército en servicio de defender a los oligarcas de este país.

No es posible que las cosas sigan así de esa manera, cada vez que salgo a la calle veo la horrible realidad: drogadictos, ladrones, niños y niñas prostituyéndose, delincuencia, personas muriendo de hambre, otros muriendo por falta de atención médica, entre otros, no son pocos, son muchos y están ahí, pero según los medios estamos en una ‘democracia’ y aquí no pasa nada todo se ve muy bien, se toman el descaro de hablar de otros países mientras los niños en la Guajira siguen muriendo de hambre, porque las multinacionales mineras han tomado el agua de esas zonas para envenenarla con sus desechos y de paso acabar con nuestras comunidades.

Los recursos públicos se los roban a diario, se roban las empresas estatales, esas mismas familias tradicionales, se roban el futuro de los niños y de la gente, y luego dicen a través de sus medios de comunicación que la nación neogranadina de Colombia es ‘el país más feliz del mundo’, y que los vecinos tienen dictaduras y cuanta pendejada se les ocurre para tapar sus atrocidades. En política no me gusta decir poemas, decir palabras bonitas ni recitar cantos de alabanza, la realidad es la realidad y si hay que hacer la paz, se hace la paz, pero si toca hacer la guerra, se hace lo que se tenga que hacer para preservar la integridad de los ciudadanos de bien.

Hoy, mi invitación no es a votar por un candidato en particular, mi candidato a la presidencia es aquel que reúna todo lo que no represente a las familias tradicionales, lo que no represente al gobierno, lo que no represente a la corrupta fuerza pública, lo que no represente a los gremios económicos y lo que no sea la sectarea política tradicional. Mi voto es de protesta, porque no podemos seguir con lo mismo, esto debe tener un cambio concreto y la forma en que podemos hacerlo es primero evaluar, que han hecho por el país cada uno de los candidatos que hay y quiénes son sus padrinos políticos, que cuentas pendientes tienen con la sociedad y la justicia, segundo examinar detalladamente cuáles son los méritos que han hecho para aspirar a la presidencia y si tienen realmente capacidad para dirigir, y si con estos dos aspectos no se encuentran cosas que valgan la pena, que hayan causado un impacto positivo, o si por el contrario lo que ha hecho ha sido malo o nocivo, tienen padrinos delincuentes o inclusive, sea ampliamente cuestionado o denunciado por sus prácticas, ahí tienen la respuesta: no sirve, independiente de quien sea, hay que hacer a un lado los fanatismos, ese personaje no le conviene al país, no le conviene a la paz y no le conviene a nadie. Si queremos un cambio, debemos iniciarlo con una persona totalmente diferente en el poder, porque la publicidad engañosa y las palabras bonitas pueden con todo, necesitamos tomar otro camino, uno que nos lleve a otra cosa y nos saque de este atolladero, soy partidario de la paz, de la reconciliación, de las prácticas pacifistas, pero también soy consciente que los cambios no se hacen con agua de rosas, soy partidario del orden, de la justicia y la soberanía, y si hay que combatir con fuerza a los enemigos de la paz, de los cambios reales y de la estabilidad del país, hay que enfrentarlos, derrotarlos y neutralizarlos, no hay otra forma para hacer razonar a quien no razona y actúa de manera inconsciente.

El Libertador Bolívar no liberó en su momento nuestros territorios con agua de rosas, poesías o cantos de alabanza, tuvo que tomar las armas para forzar la dimisión de la corona española, si los caminos de la paz no son suficientes, la fuerza pública deberá asumir por primera vez su rol en la defensa del bien público, del bien social y de los ciudadanos de bien y neutralizar completamente la amenaza de la delincuencia, la intolerancia, la mezquindad y el individualismo, sin caer en la trampa de la guerra.

Es hora de ponerle autoridad a las cosas, de llamar a cada quien por su nombre y de hacer trizas a los enemigos de la paz, sus aliados y sus intereses.

Mi voto es de protesta, mi voto es por una oportunidad de cambio de verdad.

Atentamente, su Constituyente Andino Alexander Ferms, hijo de la Patria Grande y orgullosamente descendiente legionario británico de la independencia.

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