Por: Alexander Ferms
En 2008, nace la Unión de Naciones Suramericanas - UNASUR, organización suramericana de integración regional, que entra en vigor en 2011 bajo el Tratado Constitutivo de UNASUR, y que da su razón de ser gracias a la gestión internacional de los proyectos progresistas de la mayoría de naciones del sur de América, que en su momento materializaron el proceso integracionista continental con el objetivo de construir una identidad y ciudadanía suramericana para el desarrollo de un territorio integrado.
Luego de este primer e importante paso para el proyecto continental de integración, se da un fenómeno de retroceso político en varios de los países que habían impulsado dicho proceso, por medio del regreso de varios regímenes neocolonialistas que desconocieron al organismo supranacional, suspendieron su participación indefinidamente y otros optaron por su retiro definitivo, para crear una pseudo organización llamada PROSUR, que obedecía únicamente a los intereses hegemónicos de Estados Unidos, estaba viciada políticamente y no tenía ningún objetivo integracionista, sino por el contrario, su función consistía en ahondar las brechas políticas, culturales, económicas y sociales de los países americanos para sostener el poder de Estados Unidos en la región y evitar el desarrollo de las naciones suramericanas emergentes, en últimas, lo que se pretendía era el desmoronamiento definitivo de UNASUR, cosa que no ha ocurrido gracias a la presencia de cuatro países: Venezuela, Bolivia, Surinam y Guyana, quienes han resistido los ataques directos del fascismo norteamericano y sus aliados en el sur del continente.
Ahora, después de los triunfos electorales presidenciales del progresismo en Argentina, Perú, Chile, Colombia y recientemente Brasil, se abre la ventana del resurgimiento de UNASUR, que tiene que volver al escenario internacional con toda la fuerza necesaria, para recomenzar a construir el proyecto continental de identidad e integración del territorio en todos los aspectos, para generar prosperidad, calidad de vida y desarrollo sostenible desde el sur del continente.
La construcción del nuevo continente no puede tener medias tintas, debe ser un proyecto fuerte, sólido, con una buena planeación dirigida a resolver los principales problemas sociales y al mismo tiempo, iniciar la configuración de una gigantesca potencia económica, social, política, cultural y militar en el sur del continente, con miras a ejecutarse a corto, mediano y largo plazo, planteando un panorama autosostenible en el tiempo para evitar que el neocolonialismo y el fascismo norteamericano sigan vigentes o tengan posibilidad de infiltrar y socavar el proyecto integracionista.
Desde UNASUR y los demás órganos supranacionales suramericanos, como la CAN a través del Parlamento Andino y otros como el Parlamento Latinoamericano y el Parlamento Latinoamericano de los Pueblos, se debe regularizar política y estructuralmente a cada uno de los países, lo que significa la eliminación del fascismo, del neocolonialismo y de las prácticas neonazis o de supremacismo racial, económico, social, político entre otros, así como sus derivados modelos neoliberales o ultracapitalistas impuestos por Estados Unidos o sus aliados europeos, para que cada país del sur de América pueda cumplir con las metas de integración y ciudadanía suramericana, además de establecer metas de crecimiento conjunto y dirigido, que permitan que las naciones mas poderosas apoyen a las más débiles y se cree un proceso de estabilización continental, que permita la construcción de un equilibrio sostenible y se evite la dependencia de los Estados Unidos y se pueda dar soluciones a los problemas que aquejan al territorio del sur del continente en su totalidad.
El proyecto de integración suramericana no debe dar espera, debe reactivarse cuanto antes, para la reconfiguración continental y la conformación de un bloque sólido que combata eficazmente los flagelos del narcotráfico, el terrorismo neocolonialista, la dependencia hegemónica y los procesos políticos y sociales extremistas como el fascismo, el neonazismo y otras formas de totalitarismo hegemónico, social y político, así como sus modelos derivados del capitalismo salvaje, el neoconservatismo y el neoliberalismo, que han demostrado alrededor del planeta que son sistemas que sólo producen hambre, miseria, muerte y destrucción, y son la muestra más clara del retroceso actual de la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario