martes, 1 de noviembre de 2022

La Nación Neogranadina de Colombia entre la riqueza histórica y la quiebra moderna

 Por: Alexander Ferms

Desde 1867, año en el que los ejércitos del Partido Conservador, la Iglesia Católica y disidentes traidores del Partido Liberal, derrocan al Gran General Tomás Cipriano de Mosquera durante su cuarto y último mandato al frente de los Estados Unidos de Colombia, comienza el desastre nacional.

No es un misterio, que los grandes megaproyectos para el país se hayan planeado durante las administraciones de Mosquera, quién aparte de ser un militar patriota, estadista, científico, geógrafo y filósofo, fue un verdadero visionario.

Su amplio espectro de nación, lo llevaron a buscar recuperar los territorios naturales del país, planear la construcción de ferrocarriles en todo el territorio nacional desde la Costa de Mosquitia (hoy Nicaragua) hasta el Amazonas profundo y con conectividad hacia Venezuela, Brasil, Perú y Ecuador, en medio de la selva, crear un fuerte proceso de librecambio y generar un gigantesco proyecto de producción industrial nacional, lo que habla sin duda del gran liderazgo y proyección del presidente militar caucano, algo que fue un hecho sin precedentes para su época. Fue tildado de loco y desquiciado por sus ideas, por personas cortas de mente y racionalidad, que nunca vieron el potencial de nuestro país, como si lo vio Mosquera en su momento.

El desastre nacional, con las nacientes oligarquías tradicionales corruptas como protagonistas principales, impusieron en principio, el atraso y la subyugación del poder, el territorio, las fronteras, las riquezas y el desarrollo del país. Este desventurado tránsito, se materializa en 1886, con la destrucción de la Constitución Política de Rionegro, que ha sido la carta magna federal más progresista de la historia del país, sustituyéndola por una Constitución centralista, retardataria y clerical, retrocediendo al país en 200 años. Luego de ver la luz con un verdadero proyecto de nación, estamos viendo la oscuridad con la improvisación continua de un país sin rumbo fijo.


Luego de lo anterior, y con Rafael Núñez en la presidencia en 1886 y su "regeneración" o mejor llamada "degeneración" nacional, inicia el período más nefasto de la historia del país, con una nación centralizada y sin capacidad de respuesta a las necesidades más inmediatas de su gente, sin poder de cohesión, sin identidad, sin una fuerza pública suficiente que brindara protección de sus fronteras y con una política completamente conservadora e inerte, el país cayó en el foso más profundo de estancamiento, al no tener opciones de crecimiento industrial ni proyectos de infraestructura importantes, y como si fuera poco, sin posibilidad de contar con vías férreas ni malla vial entre sus extremos, que permitiera vía libre al comercio interno, lo que convirtieron a la nación neogranadina de Colombia en un país económicamente atrasado, aislado en sus territorios y sin posibilidades de competir, luego de prometer ser una gigantesca potencia económica, política y militar en el sur del continente.

Mosquera, había visionado a los Estados Unidos de Colombia como un país potencia en el continente americano, lo que en otras palabras es el ansiado proyecto bolivariano que defendió hasta el final, que visionaba a nuestro país con un liderazgo firme tanto en lo político, económico y militar, con proyectos de vanguardia y con una amplia producción alimentaria, que asegurara el bienestar social de la población y liderara sin impedimentos, los destinos del centro y sur del continente, y así mismo, pudiera ver de frente a la nación norteamericana, como iguales, algo que el conservatismo rancio, la Iglesia Católica ni los liberales conservadores jamás pudieron o podrán entender.

Luego de 155 años de atraso y estancamiento social, político y económico, con un presidente que nunca gobernó desde la capital, el país ha visto como las oligarquías rancias han destruido y cedido a extranjeros las riquezas y reservas naturales, permitiendo el saqueo, la pérdida deliberada de territorio, soberanía y autonomía nacionales, de la mano de personas que nunca han comprendido lo que es construir un país, porque no han tenido la suficiente inteligencia y raciocinio para saber qué es lo que han administrado, por lo que han venido a gobernar a estos territorios desde entonces las personas equivocadas, se ha entregado un paraíso a cavernícolas sociales y políticos.

La riqueza histórica del país se agota cada día, aunque muchos no lo crean o piensen que eso no podría ser posible, sus mentes no conciben que los recursos se acaben, porque hay tantos de ellos disponibles, que hay de sobra para que los descendientes de las familias tradicionales rancias roben, para que cedan a los extranjeros, vendan, comprometan aun más el futuro del país y aun así siga sobrando.

El país sufre desde 1867, con la destrucción de su proyecto progresista y de vanguardia, luego sufre la pérdida de importante territorio en Centroamérica, sufre la pérdida del canal y al tiempo el Estado de Panamá, pierde después territorio con Venezuela, Brasil, Perú y Ecuador, pierde además con las guerras inútiles fomentadas por el vaticano y el conservatismo, que han visto en la sangre y el dolor, un fortín económico y político, también pierde con la falta de soluciones a sus necesidades internas básicas, sufre con la intervención norteamericana y sus políticas subyugantes y expansionistas, que a través de sus empresas multinacionales y transnacionales, se autoadjudican el territorio, las selvas, el agua, los minerales preciosos, y el subsuelo como propios, pasando por encima de la legislación de todo un país, que por medio de un aparato de gobierno desacreditado y mal administrado, entrega al mejor postor las riquezas de toda una nación, poniendo inclusive, la fuerza pública al servicio de las mafias transnacionales y locales.

Todo este desastre pasa factura de un momento a otro, hoy, luego de pasar por todo esto, sumado a la guerra insurgente provocada nuevamente por las oligarquías rancias tradicionales desde finales de los años 40, acentuada por la falta de educación, de sentido común y de pertenencia, de identidad nacional y de patriotismo, concreta sus más oscuros capítulos con el nacimiento del narcotráfico en la década de los 70, el endeudamiento externo, la pérdida de derechos civiles y ciudadanos, y la apertura económica en los 90, la acelerada privatización de los bienes públicos, la alta dependencia del comercio internacional y la desacertada política exterior, que lo único que hace es arrodillarse cada vez más a los intereses del país norteamericano y sus aliados.

Posteriormente, entramos en la dictadura de gobierno, que luego de sucesivos gobiernos fallidos, ilegales e ilegítimos, toca fondo con el último del siglo XX, que cierra de manera horrorosa su paso al nuevo milenio entregando el territorio nacional a las bases militares norteamericanas, terminando de entregar nuestra soberanía y sometiendo al país al precipicio social, económico y político durante los años siguientes, que pusieron a la ciudadanía entre escoger a más de lo mismo o a un capataz que prometía acabar con la insurgencia y sacar el país del hoyo profundo a través de una dictadura moderna de 20 años consecutivos, donde el país ha tenido la mayor cantidad de problemas de todo tipo a lo largo de su historia, ha concentrado la mayor cantidad de violaciones a los derechos humanos, muertos, desaparecidos, corrupción, entrega del territorio a las mafias y las empresas multinacionales, hambre, miseria, desempleo, destrucción del medio ambiente, saqueo de recursos naturales y expropiación de tierras, todo a tal punto de que en Colombia ya no queda más que expropiar y empeñar en éstos momentos.

Ha sido tal el saqueo y la corrupción en 20 años, que ninguna institución está exenta de este problema, adicional a la justicia que no actúa integralmente en estos escenarios y permite todo tipo de vejaciones sociales y políticas, dejando en libertad a los principales responsables y promotores del desastre histórico y el reciente, que ven desde sus podios como se destruye el país mientras ellos disfrutan de los dineros públicos hurtados y puestos en paraísos fiscales, para irse a vivir con comodidades, garantías jurídicas y otro tipo de inmunidades diplomáticas a otros países de manera confortable y no pagar impuestos de ninguna naturaleza.

La dictadura de gobierno de éstos últimos 20 años ha saqueado como nunca al país, es responsable de los inmensos huecos fiscales, del espantoso sistema de salud y seguridad social, de la acreditación financiera negativa, de los altos niveles de la deuda externa, de los grandes índices de corrupción, violencia y violación de los derechos humanos, de la baja escolarización a nivel superior, de los bajos niveles de la educación, de la poca o nula inversión en deportes, ciencia, tecnología y desarrollo humano, de la destrucción de la economía y la industria nacional, de la amplia dependencia de los productos extranjeros para el consumo interno y de la desesperanza de miles de personas que a diario se quitan la vida porque no ven otra salida, los efectos de la dictadura no son sólo económicos y políticos, son psicológicos, al producir también mentes enfermas por el poder, enfermos mentales con ganas de ocupar cargos públicos y de poder y gente demente que no tiene idea de dónde está parada, pero que tienen muchos seguidores en sus redes sociales, un efecto de esquizofrenia política que ve en cualquiera que no tiene idea de la realidad del país, una opción de liderazgo y de cambio, con tal de no seguir viendo a los mismos de siempre.

Aunque la dictadura de gobierno, se lleva todos los descréditos de su desastrosa labor antisocial y antipatriótica en el país, damos un lugar y actuación muy especial en este horror, a los EEUU, quienes se llevan con creces el premio al imperio más devastador, impositivo y tirano de los últimos tiempos, responsable de la alta devaluación de las monedas de los países de América Latina y de los desastres económicos que están sucediendo y están por venir.

Todo este escenario, sumado a los grandes problemas sociales que se han ido acumulando con el paso de las décadas, pone el serios aprietos cualquier intento de solución, porque se ha normalizado la corrupción, el saqueo, la violencia y la muerte, el sistema social y político están literalmente podridos por la corrupción y el narcotráfico, no hay nada legítimo que los sostenga, sólo la voluntad ciudadana y la esperanza de una pronta transformación hacia el cambio a través de un gobierno de transición democrática como el actual.





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