lunes, 12 de junio de 2017

La situación de los docentes en el Estado fallido colombiano

Por Alexander Ferms

La situación de los docentes de la nación neogranadina de Colombia y en esencia el no reconocimiento de su labor social y educativa es un tema que, históricamente, ha sido un asunto sin solución por parte del gobierno, que no tiene como prioridad los derechos económicos y sociales de las personas que imparten la educación y quienes forman a los integrantes de nuestra sociedad.

Foto: Radio Mundial Emisora Virtual

Para los docentes se ha vuelto casi que costumbre, que cada cierto período de tiempo cuando se vencen los plazos para llevar a cabo los acuerdos logrados con el gobierno en un paro anterior o cuando se deben realizar ajustes o incrementos salariales, se tenga que recurrir como instancia definitiva a una movilización social, parece ser que éste es el único mecanismo que sirve para revalidar los derechos adquiridos y para exigir el cumplimiento de los acuerdos.

La manifestación social se ha convertido en el instrumento más eficaz para hacer cumplir la constitución política en la nación neogranadina de Colombia, y es en ese sentido una forma de ejercicio democrático efectivo desde el constituyente primario, que se siente inconforme con la administración del país y de las acciones que desde el ejecutivo se toman, síntoma de la falta de cohesión social, gestión social y administrativa, apropiación, extensión y de reconocimiento del territorio, es decir, el gobierno colombiano no es capaz de satisfacer el cumplimiento de los derechos sociales y fundamentales como mínimo a la población, y menos es capaz de llegar a todo el territorio ni de tener plena cobertura en todos los aspectos como administrador, fenómeno que permite el control de territorio por cuenta de otros actores diferentes, lo que se resume como un Estado – fallido. Esta realidad no se puede ocultar ni disfrazar, cada vez más se percibe un ambiente encubierto y silencioso de inestabilidad social, económica y política, -que se oculta mostrando problemas de otros países-, no sólo a causa del conflicto armado, sino, de las instituciones del gobierno y sobre todo de quienes han estado al frente de ellas, que cada cuatro años demuestran por qué no deben estar ahí. 

No son sólo los docentes, son muchos sectores de la sociedad que reclaman atención del gobierno, que no atiende con suficiencia su responsabilidad y función natural, recordemos que el sistema político, de gobierno y distribución administrativa y territorial es centralista, fenómeno que agudiza el factor problemático de reconocimiento y de accionar gubernamental, que no tiene priorizada en su agenda el derecho a la educación, a pesar de que existen recursos y más con los ahorros que a diario se están presentando en materia de seguridad y confrontación bélica desde el cese bilateral al fuego con la guerrilla de las FARC – EP y la reducción de costos en material de guerra, daños a la infraestructura, bienes públicos y privados, ambientales entre otros, ahorros que entre otras cosas, se calculan en promedio en unos 22 mil millones de pesos por día y que podrían usarse para inversión social y mejorar las condiciones de vida para todos nosotros.

El no reconocimiento de la importancia de la labor docente en una sociedad sin memoria y sin identidad, y más en un país en construcción como la nación neogranadina de Colombia, es el resultado de un proceso de neocolonización y de sumisión ante los sistemas imperantes y la dirección política del norte de América, situación que nos perjudica a todos como país y región, donde se impone como eje institucional la precarización de la educación y del desarrollo intelectual, social, económico, cultural, ambiental y político de los ciudadanos.

Es importante entonces, que en estos tiempos de cambios profundos, los docentes se tomen en serio el problema tan grande que tiene este país y hagan efectivos sus derechos, es el momento ideal de sentar una posición fuerte y definitiva, no sólo como un asunto coyuntural de cada año o cada cierto período de tiempo, sino del logro de soluciones concretas y categóricas en materia salarial y educativa que sirvan para los demás sectores sociales y agremiaciones nacionales, porque está comprobado durante todo este tiempo que las negociaciones y los compromisos no son suficientes, hay que llegar al congreso para que las acciones sean integrales y contundentes, porque recursos económicos si hay y para todos, es hora y es el momento de poner un límite social al mismo gobierno para no tener la necesidad de recurrir a este tipo de manifestaciones cada año, rogando para que suban un salario o para que cumplan con algunos de los derechos consagrados en la constitución por un tiempo, siguiendo con el mismo problema de fondo y con más perjuicios para la misma sociedad a corto plazo.

Señores docentes, hagamos la diferencia, no le sigamos mostrando al mundo lo mal negociadores o conformistas que somos, ustedes están llamados a iniciar y promover los cambios sociales que este país requiere con suma urgencia, por el bien de la nación y del hemisferio.

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